3 de julio de 2022

ESTE ADIÓS, MAQUILLA UN HASTA LUEGO

 


Este nunca, esconde un ojalá.

*

Cuando me preguntan qué animal me gustaría ser, siempre digo, el águila. 

Desde pequeño, cuando la veía volar en los programas de Félix Rodríguez de la Fuente, me parecía majestuosa, me hipnotizaba su mera presencia. 

La idea de levantar el vuelo y atravesar hoy medio mundo es un espejismo hermoso, inalcanzable. Una fantasía que daría lo que fuera por poder cumplir.

El otro día, mi terapeuta me preguntó lo mismo. 

-¿Qué animal te gustaría ser? 

y yo, como siempre, respondí -El águila-. 

-Curioso- me dijo -has escuchado alguna vez la historia del águila. 

-No- le dije.

-Búscala, te gustará.-

El águila es el ave de mayor longevidad de su especie, llega a vivir unos 70 años, pero para llegar a esa edad, sobre los 40 años, debe tomar una seria y difícil decisión.

A las cuatro décadas de su vida, sus uñas se vuelven apretadas y flexibles, sin conseguir tomar a sus presas con las cuales se alimenta.

Su pico, largo y puntiagudo se curva, apuntando contra su pecho, sus alas envejecen y se tornan pesadas y de plumas gruesas. Volar se le hace muy difícil. Entonces el águila debe tomar una decisión: dejarse morir o enfrentar su doloroso proceso de renovación, que durará 150 días.

Ese proceso, consiste en volar hacia lo alto de una montaña y quedarse ahí, en un nido, donde no tenga la necesidad de volar.

Una vez en ese lugar, el águila comienza a golpear con su pico en la pared hasta conseguir arrancarlo. Luego, esperará el crecimiento de un nuevo pico con el que desprenderá, una a una, sus uñas. Cuando los nuevos talones comienzan a nacer, comenzará a desplumar sus plumas viejas.

Finalmente, después de cinco meses muy duros, sale para el famoso vuelo de renovación.

Situaciones parecidas nos suceden en la vida. Hay momentos que parece que ya hemos dado todo lo que teníamos. Pareciera como si hubiéramos agotado nuestra creatividad y que ya no tenemos mucho que aportar.

Estamos en un punto de inflexión. O nos transformamos como águilas o estamos condenados a morir.

La transformación exige, primero, hacer un alto en el camino, tenemos que resguardarnos durante algún tiempo. Volar hacia lo alto y comenzar un proceso de renovación.

Allá por el 2016, comencé a escribir este blog. Empecé con la simple idea de anotar mis logros y mis avances en este deporte del trail y la orientación de montaña. Nunca añadí a ningún amigo a la página. Desde el principio, decidí que las personas que siguieran esta página, fuesen por que así lo decidían, y no por que les uniera algún tipo de lazo a mí. 

He llegado a conocer gente de muchas partes del mundo. He entablado conversaciones sobre este deporte y sobre orientación con muchas personas de diferentes edades y culturas.

A todas hoy les doy las gracias por seguirme en este camino. Pero ha llegado el momento, como el águila, de retirarme a un nido. A sanar y coger fuerzas, toca poner tiritas en las heridas. Seguiré haciendo todo el deporte que pueda y la vida me deje. Pero no puedo continuar con este blog. Ya no puedo ofrecer una continuidad a mis escritos y lo que aporto en cada entrada es poco o nada.

Ha llegado el momento de decir adiós. Aquí quedan para el futuro, todas las veces que me senté delante del ordenador para compartir con ustedes mi vida, mi aventura, mis sueños, mis logros, mis fracasos. Aquí quedan los planes de entrenamiento, los mapas, la leyendas, aquí queda para el futuro todo lo aprendido.

Les deseo los mejores kilómetros y la mejor de las suertes en todo.

No olviden sus brújulas. Busquen su norte, su sueño, su deseo, aquello que más quieren y deseen y tracen el camino A veces es lo único que nos salva cuando estamos perdidos, a veces es tan simple como dar un paso hacia lo que realmente queremos.

Un saludo a todos. Hoy me voy al nido. Mañana, seguro, saldré a correr.


Hasta siempre