Cuando no puede ser, no puede ser, y además es imposible.
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Termina mi temporada con un mal sabor de boca, hoy no he podido correr en Diente de Sierra, una putada. Tenía muchas ganas de realizar esta carrera. Ganas de correr en la pista donde hacía meses había realizado mi primera carrera de montaña. Terminar cerrando el círculo como quien dice, pero no pudo ser. A veces pasan cosas que no puedes preveer y no queda otra que aceptarlo y seguir.
La semana empezó con una visita al médico. Tenía que ponerme varias vacunas para poder viajar a Camboya en los próximos días. Pinchazo de hepatitis A y pastillas de fiebre tifoidea pa´dentro. Ya me había vacunado hacía años, cuando estuve en Vietnam, y en aquella ocasión no tuve ningún problema, así que a drogarse y pa´lante.
Es lunes por la tarde y salgo a correr. Mi salida de mantenimiento habitual de los lunes y todo normal, 8, 10 km a ritmo tranquilo. Termino el entrenamiento y me veo con ganas y fuerzas de correr en Tegueste.
Pero llega el martes y me despierto con un ligero malestar, como una especie de principio de gripe. Así que decido quedarme en casa y no salir a entrenar. Paracetamol y propalgina a saco para intentar controlarla y pasarlo lo antes posible. Aún hay tiempo.
El martes noche y el miércoles empeora la cosa, y empiezo a sospechar que no se trata de una simple gripe si no de una reacción a las vacunas. Y efectivamente, todo va a peor. Y efectivamente, es por las vacunas. Lo malo es que todavía el miércoles noche y el viernes debo tomar pastillas para la fiebre tifoidea. Mala pinta. Pese a ello, confío que sólo dure las primeras horas y que pase en los próximos días. Esto no puede durar mucho.
Iluso de mi preparo la maleta y recojo el dorsal, me digo: si me levanto bien voy a la carrera. Pero paso una noche espantosa, dando vueltas sin parar, con un dolor en las extremidades y en los músculos muy molesto. Durmiendo, Pepita Grillo me dice una y otra vez, no vayas mañana a correr, no vayas mañana a correr... suena el despertador a las 7, pongo los pies en el suelo, y mis tobillos me dicen: ey chavalote ¿dónde te crees que vas?
Y así es como se produce mi primer abandono, primero y último pues sucede, como decía antes, en la última carrera de esta temporada.
Ahora vienen las vacaciones, a desconectar disfrutando de otro país y otra cultura, a recorrer otros caminos y senderos con la mochila a la espalda, y por supuesto a reponer las pilas. Diente de sierra te veré el próximo año.
Un saludo, salgo a correr.