16 de abril de 2016

No todo es correr...


Hannah Williams and the TasteMakers. Pasión desbordante

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Nunca escucho música cuando corro por la montaña. Lo he intentando en alguna ocasión, pero no puedo. Al poco de correr me quito los cascos y dejo de escucharla. No sabría explicarlo, pero es como si al correr me faltara algo, una especie de comunión con el medio que me rodea, con la naturaleza en si misma. Una paz interior que no deseo que nadie estropee, ni siquiera la música. Estoy yo y la montaña. Nada más... y nada menos.

Otra cosa es cuando corro por asfalto. Ahí si llevo música puesta y a ser posible a un volumen alto. Intento aislarme de todo lo que me rodea a través de ella. Se hace imprescindible. 
Lo que escucho es muy variado, normalmente música que marca mi ritmo, soul, blues, funk, jazz, rock, rap, electrónica, cualquier cosa del gran abanico de géneros que existen. Sonidos que me transmitan algo, un impulso, un vamos a ello, sigue corriendo y no pares.

Por último está el estudio de mi casa, un sillón, una copa y un buen disco. Un descanso perfecto donde dejarse llevar y olvidarse un poco de todo. Un reconfortante refugio donde pasar la noche.

Hannah Williams podría incluirla en estos dos últimos apartados. Algunas de sus canciones tienen ese punch que te llena cuando llevas kilómetros en los pies. Un aliento fresco que te hace subir el ritmo cuando es necesario. Y por otro lado, posee esos sonidos capaces de elevarte y trasladarte a un mundo de soul elegante, tranquilo y sutil.

Conocí a Hannah Williams hace un par de años en un teatro de la isla y desde el primer instante me enamoré de ella. La pasión que transmitía esa mujer al entrar en la sala eclipsaba cualquier detalle. Cuando empezó a cantar su voz lo llenó todo. Parecía que empujara las puertas del teatro, que golpeara aquellos cristales para salir a la calle y correr libre. Y es que Hanah Williams es absoluta y pura pasión. Es de esas personas que cuando la ves cantar sabes que está haciendo lo que siempre ha deseado, que disfruta de cada segundo que dedica a la música. Rodeada además de una tremendísima banda como es TasteMakers con un Hillman Mondegreen controlando los tiempos, esos que parecen tan fáciles y que se notan que llevan mucho trabajo detrás. Mención a parte la sección de vientos con Chloe Harvey a la trompeta y Gina Tratt al saxofón, las cuales son el broche perfecto que acompaña la voz de Hannah Williams. Completan la banda Dougie Funk al bajo , Jimi Needles a la batería y Florian Klein a los teclados.

Espero que os guste. Yo disfruto muchísimo escuchado a esta gran mujer.







Un saludo, salgo a correr.